Verano al aire libre, música en directo, noches estivales y la cocina casera de Familia La Ancha para cuando aprieta el gusanillo. Armando, nuestro food truck castizo conquista Las Noches del Botánico.

 

Qué sensación la de los festivales, y qué gusto cuando la comodidad y la seguridad reinan: seguridad de disfrutar de buena música, de buen tiempo y, atención, de buena comida. No desdeñamos las hamburguesas y las pizzas que copan estos festivales porque, desde hace algunos años, se han convertido en lugares de peregrinaje para sibaritas del buen sonar y del buen comer, así que la oferta ha mejorado con el tiempo. Pero cuántas veces decimos “me comería un pincho rico de tortilla, o unas croquetas ¡y patatas!”. Armando, la gastroneta – como la llama Pilar Martín en eldiario.es – se asienta en Las Noches del Botánico y, en palabras de PIlar, “ofrecerá a los asistentes ponerse “finos” con una tortilla ‘velazqueña’, “de patatas y muy jugosa”, o una Sanjacoba, su tradicional Armando(un escalope de gran tamaño) relleno en esta ocasión de queso cheddar”.

 

Hace ya tiempo que la gastronomía salió a la calle para capricho de los amantes del street food, que no es otra cosa que disfrutar donde te plazca de algo rico y fácil de comer. El street food se asentó y entonces demandó servir fast good; la comida basura ya no tenía cabida en esas cocinas sobre ruedas. Y aquí entraron las pizzas napolitanas, las hamburguesas de carne madurada, las arepas caseras, los noodles cuidados… ¿Y la cocina patria? Alguna croqueta tímida y la tortilla de patata asomaba la patita por la puerta de su camión cocina abrumadas por tanta cocina viajera. Para animarles, en Familia La Ancha arrancamos la gastroneta y cogimos manta y carretera; más bien sin manta por el fuego estival de Madrid y la carretera justa al Real Jardín Botánico Alfonso XIII.

 

«Yo creo que todo está cambiando y la calidad ya no sólo se limita a espacios o formas de comer determinados. Ese replanteamiento de la calidad en momentos de vida informales creo que se está reinventando en todos los sectores. La vida, cada vez más, ya no va de tener que vivir en sitios muy posh o muy cool, muy encorsetados, para recibir calidad. Creo que eso es una cosa bonita. Además cuando propones calidad en momentos y experiencias donde nunca la habías recibido, el guau es muy chulo, ¿no? Creo que por eso a los cocineros hacer una cocina de calidad en un food truck nos emociona y nos parece un reto muy bonito, por la operación en sí dentro de un foodtruck para sacar las cosas bien y porque lo recibe alguien que está fuera haciendo una cola y, de repente, cuando se lo come, dice “qué bien está hecho, qué profesionalidad, que agradable”. Por eso es por lo que lo hacemos”. Cuenta Nino Redruello.

 

Todo esto fue lo que nos movió en Familia La Ancha a montar el food truck que aparcamos en Las Noches del Botánico, el festival madrileño que congrega a lo más granado del ámbito musical y, ahora, gastronómico. Y en un festival, ya se sabe, quizá comes de pie, quizá sentado en el suelo, puede que en una mesa libre, seguramente con un vaso de plástico en la otra mano, posiblemente necesites asentar un poco el estómago y de repente suene el grupo que esperabas y te vayas con todo al mogollón de fans. En todo este contexto pensamos cuando diseñamos la oferta gastronómica de nuestro food truck.

 

Para este festival elegimos la tortilla de patata, por ejemplo, que nunca lo habíamos hecho. También hay que probar e innovar. Siempre apostamos por la hamburguesa Sanjacoba, la hamburguesa de Armando, que funciona muy bien. Y nos gusta llevar también cosas divertidas aparte del plato principal. Las alitas, las croquetas, las patatas fritas… cosas medianamente fáciles con cosas un poquito más delicadas. Y lo más importante, todo hecho por nosotros y todo a petición allí, así que además tiene que ser rápido y operativo. Pero lo que mola de todo esto es que es un reto y cuando sale bien es muy satisfactorio», explica Nino. En esta casa todo va de retos.

 

La Sanjacoba, las croquetas, la tortilla, las alitas… “sus patatas extracrujientes con salsa de chili mayo. Sin olvidar el postre, su tarta de queso Fismuler, con crumble de almendra”, recuerda María Aguilar en Vogue. Porque hasta en un festival uno tiene hueco para semejante postre.