
La vena emprendedora de los Redruello es hereditaria. Nino es la cuarta generación al mando de Familia La Ancha y tanto las cocinas, como emprender y el liderazgo lo lleva en las venas. Eso no quiere decir que todo haya sido fácil, porque si algo tiene el emprendedor, o al menos, el emprendedor de nuestra familia, es que es curioso y movido por naturaleza, así que no nos conformamos: abrimos más restaurantes, nos lanzamos al delivery, salimos de nuestro Madrid de confort para llegar a Barcelona, nos metemos en obrador, en hoteles y hasta en clubes financieros.
Romantizando el tema diríamos que emprendemos aventuras cada día en las cocinas; bajándolo a la tierra, somos emprendedores de un negocio gastronómico que crece y crece y en el que además somos líderes presentes.
Y de esto hemos hablado con Expansión, donde Nino se abre en canal y cuenta que lo mejor de emprender es “la sensación que tengo de estar enganchado a la vida y de tener ilusiones todos los días. Además, te das cuenta de que estás influyendo en las personas, en los empleados que trabajan contigo”, pero también la cara B: “Lo peor de ser emprendedor es la gestión de los miedos. Ha habido muchas noches en las que mi mujer se levantaba a la hora que fuera y siempre me encontraba despierto”, explica Nino.
Las noches en vela las traen los números, los proyectos que van bien y queremos que vayan aún mejor, nuestra intención de utilizar nuestras cocinas y nuestro alcance por hacer algo bueno por la sociedad (de ahí nuestra actividad en World Central Kitchen) y, por supuesto, los proyectos que no van tan bien. Porque aunque lo que a veces se muestra son los logros, los fracasos existen; La Gabinoteca fue uno de ellos y es un disgusto cerrar una de tus casas, como comenta Nino para el periódico, pero todo está en cómo se afronte: «Siempre que he sentido un fracaso hemos hecho por mejorar y me ha llevado a un escenario mejor». Caer para crecer.
Una parte fundamental del emprendimiento en Familia La Ancha es nuestra forma de liderazgo del equipo; nunca hemos querido desligarnos de nuestros restaurantes y ser una figura “fundadora”; estamos presentes.
Nino va cada día a las cocinas de todos los que puede y se apoya en su hermano Santi y en su primo Ekaitz (socios los tres) para que todo quede en familia, también el trato con el personal. «No podemos tener la misma relación con nuestros empleados que la que tenía mi padre hace 70 años. Queremos construir cómo ser una familia y tener al mejor talento posible«, explica Nino en Expansión. Mantener el equilibrio entre un “Imperio gastronómico”, – como dice el diario autónomosyemprendedor.es– y una casa familiar que crece y crece con los ojos siempre puestos en ese talento.
Las sonrisas en las redes sociales y en la sala de nuestros restaurantes no son un escaparate, son la muestra de la pasión que sentimos por lo que hacemos, pero por supuesto, el emprendimiento es sacrificio. Nino lo supo desde muy joven, cuando con 15 años, mientras sus amigos salían, él escogía pasar el verano en La Ancha aprendiendo.
De ahí a la Escuela de Cocina Luis Irizar de San Sebastián, Akelarre y El Bulli . “De El Bulli volví hecho un super guerrero. Después de haber pasado 14 horas al día obsesionado en ser mejor todo el rato y en dar el cien por cien me convertí en una máquina de trabajar”, asegura Nino para Expansión. El objetivo era alcanzar su sueño, pero con trabajo. “Nunca he querido ser visto como un hijo de papá, y eso me ha llevado a sacrificarme en exceso”, recogen las periodistas Amparo Polo y Cristina de Rojas.
Este sacrificio continúa, pero con lo aprendido como herramienta para seguir creciendo, próximamente dentro y fuera de nuestras fronteras y con nuevos conceptos. ¿Y cómo sigue creciendo más de un siglo después? Con tres lecciones que llevamos con nosotros como un mantra.
La primera es: “A cocinar te enseñan, pero a la liderar una empresa no te enseña nadie. Hay que levantar la mano y pedir ayuda”, dice Nino. La segunda, es saber delegar: “Rodearse de un buen equipo es fundamental para alcanzar el éxito y mantener la calidad”, cuenta Nino en el podcast No Limits. Y la tercera: “Mi consejo es: prepárate, lee, dedícate tiempo emocionalmente para estar bien y a tope para que tu empresa esté bien”. Una lección de emprendimiento y de vida.